PASIÓN POR LAS PIEDRAS PRECIOSAS
Mi nombre es Patrick y nací en Dénia (Alicante), un bonito pueblo de España a orillas del mar mediterráneo donde no solo gozamos de un buen clima y una rica gastronomía local, si nos que además prevalecen playas de arena, roca y una gran montaña conocida como Montgó, ingredientes perfectos para que empezara con la pasión por las piedras desde una temprana edad.
Me considero una persona aventurera y apasionada de la vida en el campo. Creo que estos son otros de los ingredientes que me empujaron a dedicarme al comercio internacional de gemas, ya que las piedras preciosas se encuentran en pleno corazón de la naturaleza, en zonas salvajes y de difícil acceso.
BIENVENIDO AL APASIONANTE MUNDO DE LAS PIEDRAS PRECIOSAS DE COLOR
Desde que descubrí por primera vez el mundo de las gemas, sentí que mi vida quedaba marcada por la fascinación que despiertan estas maravillas de la naturaleza. Para mí, cada piedra preciosa es un pequeño fragmento de la Tierra que encierra historia, belleza y energía.
Ese magnetismo me impulsó a dedicarme de lleno a este campo, construyendo una carrera como comerciante y subastador internacional de piedras preciosas.
Mi trabajo me ha llevado a recorrer mercados, ferias y minas en diferentes rincones del mundo, seleccionando cuidadosamente gemas únicas que no solo destacan por su calidad, sino también por las historias que las acompañan.
Creo firmemente que el comercio de gemas no debe basarse únicamente en el valor económico, sino en la responsabilidad con quienes hacen posible que esas piedras lleguen hasta nosotros.
Por eso, apoyo y promuevo la minería ética a pequeña escala, que garantiza que las comunidades locales que extraen estas gemas puedan desarrollarse de forma sostenible y digna.
Estas familias, repartidas en países como Sri Lanka, Tanzania, Madagascar, Brasil o Colombia, son las verdaderas guardianas de la riqueza de la Tierra, y es gracias a su esfuerzo que podemos disfrutar de esmeraldas, zafiros, rubíes, tanzanitas y tantas otras maravillas.
Mi visión es clara: cada gema debe ser apreciada no solo por su rareza o color, sino también como un símbolo de respeto a la Madre Tierra y a las manos que la han trabajado.
Conectar a las personas con piedras preciosas auténticas y naturales es, para mí, una forma de transmitir valores de transparencia, belleza y gratitud hacia la naturaleza.
Mi mensaje es que, al portar una gema, no solo se lleva una joya, sino también un puente con la energía de la Tierra y con una cadena de trabajo que puede ser justa y transformadora para quienes dependen de ella.
